Domingo III de Pascua, solemnidad. Ciclo B / Año impar.
Lecturas del día: Hch 3, 13-15.17-19; Sal 4. 2.7.9; 1Jn 2, 1-5; Lc 24, 35-48.
Comentario:
En la primera lectura de este domingo encontramos un texto usado por los hermanos protestantes para oponerse a nuestra fe católica en la intercesión de los Santos y de la Virgen María o el Sacramento de la Confesión. Me refiero al texto de 1Jn 2,1b: “(…) Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, justo”. [1]
Tal pasaje no admite controversia alguna, sólo que ellos lo usan arbitrariamente para «apoyar» su punto de vista anti-católico. Si lee la primera parte del versículo, notará que el apóstol nos está exhortando a NO pecar: “Hijitos míos, os escribo esto PARA QUE NO PEQUÉIS”. Sabiendo que nuestra naturaleza humana está inclinada al pecado (como también lo enseña Rm 7,19-25), San Juan nos recuerda que Jesucristo es la única solución y añade (cf. 1Jn 2,2): “Él es la propiciación por nuestros pecados. Y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo”. [2]
En otras palabras: Nos recuerda que el sacrificio de Cristo fue suficiente para que Dios nos perdone a todos nuestros pecados (los nuestros y los del mundo entero); no sólo una vez, sino las veces que sean necesarias por –lamentablemente- caer en el pecado. El texto, claramente, está hablando del pecado; nada dice de las «Gracias» que puede Dios dispensarnos en su infinita misericordia y provisión; «Gracias» por las cuales los católicos pedimos a María, a los Santos o a nuestros hermanos conocidos y amigos (¡sí! entre nosotros mismos) su «intercesión» ante Dios o Jesucristo, Señor nuestro. *[3]*
Tal intercesión, como la que hizo María en la boda de Caná (cf. Jn 2, 1-5) no es “anti-bíblica”, como quieren hacer creer. San Pablo pidió que «intercedieran» (“oraran”) por todos (cf. 1Tim 2, 1) y por él (cf. Ef 6, 18-19) y Santiago nos manda a orar unos por otros, con «confesión de nuestros pecados» (cf. Stg 5, 16). Por otra parte, tampoco la primera lectura de hoy, nada dice en contra de la confesión de pecados a un sacerdote. El mismo Jesucristo –nuestro abogado- fue quien dispuso que sus ministros perdonaran (en su lugar) nuestros pecados (cf. Jn 20, 23); ellos no perdonan por virtud o méritos de sí mismos, sino porque así lo ordenó quien ganó para nosotros el perdón: nuestro único mediador, Jesucristo (cf. 2Tim 2, 5).
Fuentes:
[1] Biblia Nácar-Colunga (1977). Biblioteca de Autores Cristianos.
[2] Ídem.
[3] Catecismo de la Iglesia Católica. Numeral: 956.
Para compartir:
1.- ¿Te han dicho que está mal rezarle a María o a los Santos, o que no te confieses ante un sacerdote? ¿Qué has respondido ante esas falsas acusaciones?
2.- ¿Cómo le explicarías a un hermano no católico que la mediación EXCLUSIVA de Jesucristo ante Dios, se refiere a su sacrificio único y suficiente; pero que el acceso a sus Gracias si es válido pedírselo a los Santos?
Elaborado por:
Nelson Ledezma, mfc