Jueves, XXV Semana del T. Ordinario
*Lecturas del día:* Qo 1, 2–11; Sal 90, 3–6, 12–14, 17; Lc 9, 7–9
*Comentario:*
*El hombre en lugar de Dios*
Fascinado por los colores y luminarias de las grandes obras arquitectónicas de las últimas décadas, por la fastuosidad de los avances tecnológicos y los descubrimientos científicos, el hombre actual anda rompiendo con Dios, abrazándose a sí mismo, hinchado de orgullo; y diciéndose: _“¡Miren lo que hago! “¡Vean, cuán inteligente y sabio soy!”_ A Dios le desafía diciendo: _“El “Yo soy”, soy Yo, el hombre”._
*¡Tanta vanagloria por lo pasajero y vulnerable!*
Dice la Palabra de Dios: _“Mil años a tus ojos son un ayer que pasó, una vigilia en la noche. Tú los sumerges en un sueño, a la mañana son hierba que brota: brota y florece por la mañana, por la tarde está mustia y seca.”_ *(Sal 90, 5-6)*
*¿Cómo viene entrando esta peligrosa corriente de autosuficiencia entre los cristianos?*
Lo hace mediante falsas espiritualidades cristianas que matan la humildad del hombre e incitan su soberbia y arrogancia: _“Yo Declaro, Cancelo, Sello, Decreto, Ordeno,…!”_ Estas son maneras que, haciéndose repetitivas, opacan la conciencia de la propia fragilidad, diluyen la súplica de auxilio a la Gracia divina e infestan la fe con ideologías de autodeterminación y autosuficiencia, muy propias del Gnosticismo y la Nueva Era. A Dios le pasan por encimita, mencionándole solo al comienzo o al final para hacer creer que se trata de algo correctamente cristiano; pero, de resto, en la mayoría de la palabrería, todo se vuelve un relleno de declaraciones en las que solo el hombre está delante y por encima de todo.
Son textos de programación mental a las que le endosan el término «oración» o de invocación a la sangre de Cristo, para que la gente las repitan de memoria y crean que están orando. Parecen cristianas, porque mencionan a Cristo, mientras repiten esas pócimas, pero acostumbran al hombre a ignorar su condición de criatura frágil y a no suplicar a Cristo para que sea Él quien selle todo lo que haga y le suceda.
*La oración del cristiano es diferente:*
Son precedidas siempre de la humildad y del abandono en la Gracia y Señorío de Cristo; diciendo, _“creo en ti, Señor…”; “te pido, Señor,..” …“te suplico, Señor, te dignes…;” “te rogamos, Señor…”; “si es tu voluntad, Señor…”; “concédenos, Señor”._
Estas expresiones nos educan a esperar en Dios y no en el hombre. Es cierto que debemos poner también de nuestra parte para lograr las cosas, pero tampoco se puede estar promoviendo simulaciones de «oración» que acentúen más el poder del hombre que el de Dios. Es por eso que la Iglesia, desde nuestros Padres Apostólicos, guía al Pueblo de Dios mediante oraciones hechas en fórmulas, porque así se garantiza la sana Doctrina y se protege ante inventos de iluminados que a nombre de Cristo y de la Iglesia ofrecen métodos de oración no reconocidos ni autorizados – por escrito – por las autoridades eclesiásticas. Basta preguntarse, ¿por qué varias Diócesis han prohibido a sacerdotes y movimientos que promueven ese tipo de oraciones y reuniones donde mandan a sellar todo en nombre de la sangre de Cristo y hacen de la fe una mercadería de inciensos, aceites, grabaciones?
La pretensión de estar sellando cuanto se nos ocurra con la sangre de Cristo es un acto de manipulación y desviación de lo que es, una acción Sacramental atribuida y reservada a la Santa Trinidad para imprimir y comunicar en sus hijos, de modo indeleble Su Santidad. Dice en el n. 698 del _Catecismo de la Iglesia Católica:_
_»El sello es un símbolo cercano al de la unción. En efecto, es Cristo a quien «Dios ha marcado con su sello» *(Jn 6, 27)* y el Padre nos marca también en él con su sello *(2 Co 1, 22; Ef 1, 13; 4, 30).* Como la imagen del sello [sphragis] indica el carácter indeleble de la Unción del Espíritu Santo en los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y del Orden, esta imagen se ha utilizado en ciertas tradiciones teológicas para expresar el «carácter» imborrable impreso por estos tres sacramentos, los cuales no pueden ser reiterados.»_
En *Jn 6, 27 y 1Cor 9, 2* y en otros muchos textos bíblicos, está escrito que el sello de Dios está en manos de Cristo y no del hombre, por lo que no es atribución del hombre orar sellando cosas, personas y acontecimientos. Hacerlo es un acto de usurpación.
*Para compartir:*
1.- _¿Qué peligros trae al hombre pretender sustituir a Dios?_
2.- _¿Cómo está entrando esa mentalidad entre los cristianos, y qué se debe hacer pastoralmente para prevenir y proteger al pueblo de Dios ante ese peligro?_
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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