Miércoles, XIV Semana del T. Ordinario
Lecturas del día: Os 10, 1–12; Sal 105, 2–7; Mt 10, 1–7.
Comentario:
El tema de hoy va dirigido a grupos y personas que viven descalificando al Papa, a los obispos, a los sacerdotes y a todos los consagrados, por sus defectos, sus errores y sus caídas; o, a quienes, dentro de la misma Iglesia, miden a los demás por sus cargos y sus carreras eclesiásticas, y no por su condición bautismal que los hace hermanos suyos.
¿Por qué Jesucristo nombró apóstol a Judas Iscariote?
¿Acaso lo eligió sin conocerlo? No sería tan ilógico preguntar: ¿cómo es que Jesús, que es Dios y todo lo sabe porque es omnisciente, no conocía o eligió de improviso a un hombre para una responsabilidad tan grande y delicada, sin saber quién era él? No tome este comentario ningún Testigo de Jehová para sumar un argumento más a su insistente negación de que Cristo es Dios. Recordemos que el modo de pensar de Dios y el nuestro son muy distantes (cf. Is 55, 8-9).
Porque Jesús conocía a Judas, así lo eligió.
Él no procedió siguiendo nuestros incoherentes criterios de perfeccionismo profesional y empresarial; sino para darnos ejemplo, Él mismo, de tratar con misericordia, respeto y dignidad a quienes más nos hacen daño; sobre todo, en espacios donde se reúnen las más altas responsabilidades dentro de cualquier institución o comunidad. Jesús tampoco tenía problema de incluir a quien lo iba a traicionar, porque antes que el propio Judas maquinara venderlo a las autoridades judías, ya Jesús se había entregado, desde su misma Encarnación a la obra de la Redención. Es más, ya había anunciado desde antiguo, que su sangre la iba a dar en sacrificio para que la llevásemos como ofrenda al altar y alcanzar de Él la liberación de la muerte que nos dejó el pecado (cf. Lev 17, 11) Él lo dijo también en Jn 10, 17-18: “Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente.”
Hay evangelio y buena nueva en abundancia en ese hecho
En el gesto de unir a Judas a sus Apóstoles, Cristo nos dio testimonio de humildad; para enseñarnos a sobrellevar con paciencia y bondad las personas que nos traicionan y engañan; y más, si vienen de personas que creemos más sinceras y fieles. Ese mismo testimonio Él lo dio con la elección de los demás apóstoles, simples pescadores y cobradores de impuestos, llenos de intrigas, egoísmos y envidias internas, sin conocimientos de los libros sagrados antiguos. Poco a poco, los adoctrinó, los capacitó y los santificó. Cualquier gerencia de Recursos Humanos en la más seria y organizada de las empresas exigiría, para su admisión, un selecto currículum a quienes van a contratar para los cargos más delicados.
Acerca del gesto de Jesucristo elegir a Judas para que perteneciera a los apóstoles, el obispo y Padre de la Iglesia, San Ambrosio, escribió:
“Escogió al mismo Judas, no por inadvertencia sino con conocimiento de causa. ¡Qué grandeza la de esta verdad que incluso un servidor enemigo no puede debilitar! ¡Qué rasgo de carácter el del Señor que prefiere que, a nuestros ojos quede mal su juicio antes que su amor! Cargó con la debilidad humana hasta el punto que ni tan sólo rechazó este aspecto de la debilidad humana. Quiso el abandono, quiso la traición, quiso ser entregado por uno de sus apóstoles para que tú, si un compañero te abandona, si un compañero te traiciona, tomes con calma este error de juicio y la dilapidación de tu bondad.”(1)
Fuente:
1] Documento en línea: San Ambrosio, obispo; “Comentario al evangelio de Lucas”, V, 44-45; https://www.deiverbum.org/mt-10_01-07/
Para compartir:
1.- ¿Qué enseñanza nos dio Jesucristo al elegir a Judas como uno de sus Doce Apóstoles?
2.- ¿Cómo corregir el defecto de exigir a otros la perfección que nosotros no tenemos?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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