XIV Domingo del T. Ordinario
Lecturas del día: Za 9, 9–10; Sal 145, 1–2, 8–11, 13–14; Rm 8, 9, 11–13; Mt 11, 25–30
Comentario:
El hilo que une los textos bíblicos de este domingo ayuda a entender por qué los judíos se cerraron y negaron reconocer a Jesucristo como el Mesías que había de venir.
El frecuente rechazo que tuvieron hacia los profetas que Dios les envió les llevó, por su testarudez y soberbia, por sus rebeliones, a no darle crédito ni oído cuando les hablaban del Mesías; y prefirieron hacerse uno a su medida.
Una gran parte de ellos esperaba un Mesías con características semejantes a sus grandes libertadores, Moisés, David, Ezequías, Judas Macabeo… “Los fariseos esperaban un gran legislador que impusiera la ley, los zelotas un guerrero y los esenios a un sacerdote de un culto nuevo,”(1) y se vieron frustrados cuando, llegado el anunciado Mesías, le vieron con actitudes totalmente diferentes a las que ellos querían, a pesar de que en sus libros sagrados tenían pasajes, como el de la primera lectura y el Salmo de hoy, o como las profecías de Isaías sobre el siervo doliente (cap. 53), donde Dios les preparaba un rey, manso como un cordero y no provocador de miedo como un león; no ataviado de altivez en suntuosos carruajes, sino montado en un burro para presentarse tal cual era: rey de los judíos (cf. Za 9, 9-10). Venía a conquistar la paz para todas las naciones y a instaurar su Reinado para todo el orbe y todos los tiempos silenciando y suprimiendo los carros de guerra, los caballos para la pelea, las lanzas para matar.
Una relectura del Antiguo Testamento desde los ojos de Dios y desde el seno de lo que cada profecía sobre el Mesías se va anunciando; y una mirada luego, a todo cuanto Jesucristo dijo e hizo, abrirá la mente de cualquier judío actual e inclinará su cabeza y su mismo cuerpo para rendirle tributo de adoración y reconocimiento como su Rey eterno, su Dios y Salvador.
La trayectoria de siglos yendo Israel desde Egipto y durante su travesía en el desierto hasta la llegada del Mesías, estuvo acompañada de un peregrinar de pruebas como esclavitud, batallas para poseer territorios y el destierro. En el arco de toda la historia de Israel siempre encontraremos una constante: la dificultad de los israelitas para comprender y asimilar los designios de Dios; unas veces murmuraron, otras tantas tropezaron en la idolatría adorando dioses extranjeros. No debe entonces sorprendernos que, para la llegada del Mesías, muchos israelitas fallaran en no darse cuenta, qué Mesías y Salvador era el que iba a venir. Gran parte de ellos llevaban muy en la sangre la expectativa de que todo rey de Israel, y sobre todo su Mesías, debía ser un hombre de batallas empuñando armas y dirigiendo ejércitos para expulsar enemigos y conquistar territorios, promulgando leyes y sometiendo a otras naciones.
Fuente:
1] Documento en línea: MONTES, Fernando, sj. “Jesús fue un Mesías muy diferente a lo esperado”; https://www.mensaje.cl/jesus-fue-un-mesias-muy-diferente-a-lo-esperado/
Para compartir:
1.- ¿Por qué los judíos se resisten a aceptar a Cristo como su Dios y Salvador?
2.- ¿Qué signos de realeza y reinado anunciados por los profetas acerca del Mesías se cumplieron en Jesucristo?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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