Viernes, XXVII Semana del T. Ordinario
Lecturas del día: Gál 3, 7–14; Sal 110, 1–6; Lc 11, 15–26
Comentario:
Es propio de varias denominaciones que se hacen llamar cristianas el querer imponer a sus miembros el yugo de la ley antigua, especialmente en lo relacionado al descanso sabático, la obligatoriedad del diezmo y la prohibición de comer carne y grasas de animal. Lo que sorprende es, ¿por qué agarran unos preceptos y otros no?
San Pablo les dice: “¿Tan insensatos son?” “¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por la fe en la predicación?” (Gal 3, 2); porque habiendo recibido de Cristo la liberación de aquella impracticable y opresora ley, ellos insisten en creerla necesaria para salvarse, con lo que tratan como inútil y vano el sacrificio redentor de Cristo. Este no es un simple asunto de diferencia doctrinal; se trata de algo más grave: estar con Cristo o en su contra. Él mismo lo dice en el evangelio de hoy: «El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.” Lc 11, 23)
Además, como dice el mismo apóstol, se vuelven malditos por el solo hecho de amarrarse a dicha Ley y violar más de uno de sus preceptos; ya que toman unos y desechan otros, como el de apedrear a la mujer adúltera, por ejemplo: “Porque todos los que viven de las obras de la ley incurren en maldición. Pues dice la Escritura: Maldito todo el que no se mantenga en la práctica de todos los preceptos escritos en el libro de la Ley.”(Gal 3, 10)
En este versículo san Pablo “se vuelve a la cuestión planteada en Gal 3, 2, acerca de la relación del cristiano con la ley: (1) ”Quiero saber de vosotros una sola cosa: ¿habéis recibido el Espíritu por las obras de la ley o por la fe en la predicación?”; y la respuesta la da más adelante en el verso once, cuando afirma: “Y que la ley no justifica a nadie ante Dios es cosa evidente, pues el justo vivirá por la fe”
“En un doble sentido puede decirse que la ley nos hace esclavos de maldición:” (2)
Cf. v. 10 y Dt 27,26; ahora bien, ¿era posible el cumplimiento de toda la ley? (cf. Mt 23,4; Jn 7,19; He 7,53; 15,10; Rom 2,17-24)
Además, la ley enseña el bien que debemos hacer y el mal que hay que evitar. Pero ella por sí misma no da la gracia necesaria para conseguirlo; nos hace con ello hijos de ira y esclavos de las maldiciones con que amenaza a los transgresores. Cristo asumió esa maldición que pesaba sobre nosotros, y con su muerte nos redimió de ella. Esta ha hecho posible que la bendición de Abrahán pasase a los gentiles, ya que la ley con sus prescripciones rituales era el muro que separaba a judíos y gentiles (cf. Ef 2, 11ss). Para los vv. *Gal 3, 11s, Hab 2,4; Lev 18,5, y Rom 3,24ss., mientras que la fe mira a los actos internos, a las disposiciones interiores, la ley mira a los actos externos.
Para profundizar este tema, recomiendo leer los numerales 459, 582 y 592 del ‘Catecismo de la Iglesia Católica’.
Fuente:
1] Dios habla hoy – Peninsular con Deuterocanónicos – Notas; e-Sword – the Sword of the LORD, with an electronic edge)
2] Comentarios de la Santa Biblia de Martín Nieto; Gálatas 3:6-14; e-Sword – the Sword of the LORD, with an electronic edge
Para compartir:
1.- ¿Por qué es tan decisivo pasar de la Ley antigua a Cristo para poder ser cristianos?
2.- ¿Qué otras obligaciones deben acatar los que se montan encima el yugo de la Ley mosaica?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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