Miércoles, XI Semana del T. Ordinario
Lecturas del día: 2Re 2, 1, 6–14; Sal 31, 20, 21, 24; Mt 6, 1–6. 16-18
Comentario:
De modo general, todos los grupos protestantes se niegan a creer que la Virgen María haya sido asunta al cielo. Les ayudará a leer en el pasaje bíblico de 2Re 2, 1-11 cómo Yahvé elevó al cielo a Elías en un carro con caballos de fuego y ante los ojos de Eliseo.
¿Qué tenía Elías que no tuviese la Virgen María? ¿Qué podía impedir que fuese elevada por Dios al cielo como Elías, siendo que María recibió mucho más honor que Elías de parte de Dios? Elías solo llevaba en sí el Espíritu de Dios; María, además de haber sido embarazada por el Padre a través del Espíritu Santo, llevó en su propio seno y bajo su cuidado, al Redentor del mundo.
La elevación al cielo, en Elías, indica la pertenencia y proveniencia de Elías como mensajero y siervo de Dios; y, la elevación al cielo, en María, indica su pertenencia a Dios como esposa, a la que hizo Madre de su Hijo; por lo que, para siempre, ocupará su lugar de Reina a su derecha, porque así mismo dijo el Señor por medio de su apóstol Pablo: “Dad a cada cual lo que se le debe: (…); a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor.” (Rm 13, 7). Así la representa y la da a conocer el apóstol Juan en el capítulo doce de Apocalipsis: “Un gran signo apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz.” (Ap 12, 1-2) Dios no dejaría abandonada en la corrupción de la muerte a quien preservó, desde la antigüedad, como Santuario y Madre de Su eterno Hijo, la llena de Gracia (cf. Lc 1,28).
Acudamos a honrar a Dios con el corazón puro, siguiendo el ejemplo y el modelo del corazón transparente y puro de María que habiendo recibido de Dios tantas obras admirables, guardaba todas esas cosas en su corazón (cf. Lc 2, 18-19), y no como los falsos pastores y profetas, que para fingir ser los ministros de Dios en la tierra, se hacen profesionales en la simulación haciendo creer a los hombres que hablan, que oran, que predican, que hacen milagros, que enseñan de parte Suya.
San Juan Crisóstomo, comentando Mt 6, 5-6, decía algo que corresponde relacionar con estos teatreros de la fe: “Llama hipócritas a todos aquellos que, fingiendo orar delante de Dios, atienden sólo a los hombres, y por ello añade: «Que aman orar en las sinagogas»” (1). Por ello, “aman” cargar todo el tiempo la Biblia en las manos, llenar estadios y montar tarimas en las calles para simular oraciones, predicaciones, milagros, cantos dedicados a Cristo, usar faldas largas cuando van a la calle o a las reuniones de su secta y pagar el diezmo delante de todos.
Fuente:
1] San Juan CRISOSTOMO, homiliae in Matthaeum, hom. 19-20. Catena Aurea: comentarios de los Padres de la Iglesia por versículos. Tomado de: https://www.deiverbum.org/mt-06_01-06-y-16-18/
Para compartir:
1.- ¿Qué argumentos aporta la asunción al cielo de Elías, para el dogma de la asunción de la Virgen María?
2.- ¿Qué testimonio de sinceridad nos da la Virgen María, y que ponen más al descubierto la hipocresía de los teatreros de la fe?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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