*Lecturas del día:* Jer 31, 1–7; Jer 31, 10–13; Mt 15, 21–28
*Comentario:*
El episodio del milagro hecho por nuestro Señor Jesucristo a la hija de la mujer cananea narrado por el evangelio de este día, nos pone delante de una causa muy frecuente por la que miles de católicos se separan de la Iglesia y se van a las sectas; o, de éstas, a otras sectas, o simplemente, a renunciar a todo lo que tenga que ver con Dios: la hipersensibilidad y volatilidad.
El heroico ejemplo de firmeza que nos da la mujer cananea contrasta radicalmente con la enorme inestabilidad en tantísimas personas incapaces de soportar los enojos, las correcciones, humillaciones y ofensas, porque enseguida abandonan todo: compromiso, consagración, votos y promesas que, con desborde de sentimientos y emociones, un día hicieron a Dios. Dominados por la impulsividad y la ira, toman decisiones repentinas que destrozan y violentan las decisiones definitivas que tomaron donde fueron a rendirle culto a Dios.
Debemos inclinarnos ante la mujer cananea para reconocer nuestra impaciencia. Ella grita pidiendo a Jesucristo que ayude a su hija: _«Apiádate de mí, Señor, hijo de David. Mi hija está malamente endemoniada».”_ *(Mt 15, 22)* Había oído que Jesús era bondadoso, rico en misericordia, y que tenía el poder para expulsar los demonios, pero, parece que encontró todo lo contrario: _“Él no le respondió palabra.”_ *(Mt 15, 23)* No siendo suficiente su súplica, los discípulos interceden ante Jesús para que la atienda, pero con un modo que suena a desprecio: _«Despídela, porque grita detrás de nosotros»_ *(Mt 15, 23);* como diciendo: _“para quitárnosla de encima porque está fastidiando”._ Lejos de suavizar la situación, Jesús responde con dureza: _“« No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel».”_ *(Mt 15, 24)*
¿Cuántos de nosotros ante estos resultados tan frustrantes nos hubiésemos largado de allí vociferando contra Jesucristo y sus discípulos? La mujer cananea, en cambio, redobló la fuerza de su plegaria haciendo caso omiso a todas las hirientes respuestas recibidas. Llegó hasta Jesús postrándose ante Él, y adorándole le dijo: _»«Señor, socórreme».”_ *(Mt 15, 25)*
Como decimos en criollo: _¡cayó la gota que derramó el vaso!_ Jesús pone a aquella pobre mujer en una situación extrema de incomodidad. Le contestó: _“No se debe echar a los perros el pan de los hijos.”_ *(Mt 15, 26)*
¡Qué desconcertante! Resulta difícil comprender que el Hijo de Dios compare a esta pobre mujer con un perro. Muy lejos está nuestra corta capacidad de entendimiento para conocer los designios y el propósito de parte de Cristo al permitir que aquella cananea tuviese que sufrir, en escasos minutos, tantas pruebas tan difíciles y desagradables. Ella estaba sola allí sin más nadie que la apoye, y ve que todas las puertas se le cierran.
*Jesús provocó la más noble de las declaraciones y pruebas de firmeza en la fe.*
La mujer cananea, al ver que la comparó con un perro que recoge las sobras de su amo, con hermosísima humildad le respondió al Señor: _“Es verdad, Señor, pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.” Entonces Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo.” Y en aquel momento quedó sana su hija.”_ *(Mt 15, 27-28)* Jesús quiso poner sobre la mesa el resplandor de luz de aquella fe tan hermosa; pero, a la vez, tan oculta en aquella humilde e ignorada mujer.
*Para compartir:*
1.- _¿Qué frutos en la fe te ha dejado el contenido de esta publicación?_
2.- _¿Qué capacidad de fortaleza y firmeza ante los desagravios, ofensas y humillaciones tiene tu fe?_
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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