Jueves, I Semana de Cuaresma.
*Lecturas del día:* Est 14, 1–25; Sal 138, 1–3, 7–8; Mt 7, 7–12.
*Comentario:*
Es innumerable la cantidad de católicos que se han ido a una secta, a la brujería, o a no creer en nadie, porque la impaciencia les golpeó la esperanza y la fatiga les desfalleció el esfuerzo de sus oraciones.
El testimonio de la oración de la reina Ester, enseña que la oración fructífera, va acompañada de un abandono total de la propia vida en Dios, y una decisiva purificación de los apegos a cualquier clase de vanidad terrenal. Ella, siendo tan bella, echó sobre su cabeza ceniza y suciedad, afeó la gozosa belleza de su cuerpo con sus desordenados cabellos *(cf. Est 14, 2);* teniendo tan lujosos vestidos, se vistió de angustia y duelo, porque un decreto real, amenazaba la extinción de su pueblo; poseyendo para su cabeza costosos emblemas de realeza, sentía asco y rehusaba de usarlos en los días de retiro *(v. 16)*. Tal vez la ineficacia de nuestras oraciones se ha debido a que pedimos mucho a Dios, pero no estamos dispuestos a desprendernos de nuestros apegos y vanidades.
*La oración eficaz es perseverante, constante*
Ésta es una nota muy presente en la oración católica. Muchos protestantes atacan a los católicos por las repeticiones cuando rezan. No se han puesto a examinar o no se dan cuenta, que el repetir con fuerza y persistencia es constitutivo en muchos momentos de la oración permanente y perseverante: la oración con los Salmos, el Padre nuestro, las Novenas, las Jaculatorias, el Santo Rosario, la Coronilla de la Misericordia; y, sobre todo, la adoración a Jesucristo en la Eucaristía. De hecho, cualquiera que le ponga la lupa al modo de orar, de hablar en público o las reuniones de los protestantes, se podrá dar cuenta que son siempre iguales y usan mucho las repeticiones.
Es necesaria la oración incesante porque intensa y muy fuerte es la flaqueza humana ante el cansancio, la distracción, la pereza, la prisa, la impaciencia. La oración repetida y persistente educa a esperar sin desfallecer, a vencer la pereza, las impurezas, y toda clase de herrumbres que nos incapacitan para superar el mal: _“Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se abrirá la puerta al que llama.”_ *(Mt 7, 7-8)*.
Decía San Agustín(1):
_“Pide, busca, insta. (…) El Señor te reserva lo que no quiere darte por lo pronto, para que aprendas a desear en gran manera las cosas grandes, por ello conviene orar siempre y no desmayar” *(cf. Lc 18,1).*_ (Sermones, 61, 3.5-6; 7-8).
_“El Señor escucha a los pecadores. Si no oyese a los pecadores, en vano se esforzaría el publicano, diciendo: «Señor, perdóname porque soy un pecador» *(Lc 18,13).* Y por esta confesión mereció ser justificado”_ (in Ioannem, 44,13).
_“Bueno es el Señor, quien no siempre nos concede lo que deseamos, para otorgarnos lo que querríamos más, si lo conociéramos”_ (ad Paulinum et Theresiam, epistola 31,1).
*Fuente:*
1) https://www.deiverbum.org/mt-07_07-12/
*Para compartir:*
1) _¿Se irían tantos católicos de la Iglesia, si fueran más firmes en la vida de oración?_
2) _¿En qué te ayudó a fortalecer la fe esta publicación?_
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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