*Lecturas del día:* 1Re 17, 1–6; Sal 120, 1–8; Mt 5, 1–12
*Comentario:*
Miembros de la ONU ya se expresan abiertamente acusando a los cristianos y, de modo específico a la Iglesia Católica, de ser una amenaza para la paz mundial, para lo que ellos llaman “derechos humanos”. La condenan de peligrosa porque rechaza a la ideología de género, el aborto, las uniones igualitarias, entre otras.
A ello se suman también a miles de denominaciones protestantes. Muy raras veces entre ellas se agreden; el blanco de sus agresiones y descalificaciones es a la Iglesia Católica. ¿Su propósito? Desacreditarla para alejar de ella a sus miembros. ¿Para qué? Para atraer diezmos, ofrendas, ingresos económicos; obtener dinero rápido, fácil y bastante. ¿Y si para eso hay que mentir y calumniar? ¡Eso no importa! No les preocupa. De los Santos, desprecian diciendo que no existen; y, de los pecadores, aseguran que es lo único que la Iglesia Católica tiene.
Las formas de incitación al odio hacia la Iglesia Católica son cada vez más recurrentes y radicales en muchos grupos y gobiernos: lo bueno que ella hace por los pobres lo minimizan y evitan que se divulgue, y los tropiezos de algunos de sus miembros, lo hacen pronto un escándalo para que esté en boca de toda gente.
Y así, muchos jóvenes, sobre todo, por su inocencia y desinformación, se han hecho la idea de que ésta Iglesia solo fabrica deshonra y maldad; y, ha ocasionado, que un significativo porcentaje de ellos cedan a la tentación de la rebelión, como los israelitas en el desierto, que se violentaban contra Dios y contra Moisés con murmuraciones, desobediencia, infidelidad y desacato. No faltó el intento de los israelitas de tratar de apedrear a Moisés *(cf. Ex 17, 4);* no faltan y no faltarán tampoco los intentos de ésta y las venideras generaciones, de lapidar a las autoridades eclesiásticas que les representan de parte de Dios.
*Y te dirás…, ¿a qué, todo esto?*
Lo digo para reponer en la esperanza el corazón desanimado de muchos católicos que se sienten ofendidos y calumniados. Y, ¿cómo?. Diciéndoles: _“No caigas en la tentación de pensar que Cristo nos olvidó o que se desentendió de la Iglesia que Él mismo fundó.”_
Tenemos, en el evangelio de hoy, las promesas de las Bienaventuranzas que Jesús nos prometió. Varias de ellas son de gran consuelo y fortalecimiento para estas circunstancias que vivimos: *Mt 5, 7-12*. Veamos:
_“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”_
_“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.”_
_“Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”_
_“Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.”_
_“Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.”_
_“Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.”_
En estas Bienaventuranzas se encuentran millares de católicos anónimos, que en silencio y humildad viven entregados con amor, unos de una forma, otros de otra.
*Para compartir:*
1.- _¿Cómo se vive en tu familia y en tu entorno el modo de tratar a la Iglesia Católica?_
2.- _¿Qué frutos produce en tu fe el meditar las promesas que Cristo nos dejó en las Bienaventuranzas?_
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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