¿Por qué necesitamos a los Santos?

Lecturas del día: Ap 7, 2–4, 9–14; Sal 23, 1–6; 1Jn 3, 1–3; Mt 5, 1–12.

Comentario:

Hoy celebramos la meta y el propósito más elevado e inigualable de la existencia del hombre: ser Santo, tal cual, como su Creador.

¿Sabes de alguien que dude de los Santos y piense que son invento de los católicos? ¿Sabes el origen y el por qué de tantas descalificaciones y desprecios hacia los Santos? Un poco de sentido común te dará la respuesta. El diablo intenta que no busquemos la santidad para que no nos asemejemos a Dios; para que deseemos más el pecado que la Gracia, para que nos parezcamos más a él que a Dios.

En la Liturgia de la Palabra de hoy tenemos evidencias de que en la Biblia sí se habla de los Santos:

“Una gran multitud de todas las naciones. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.” (Ap 7, 8-9).

Al ver los detalles previos y siguientes al texto, nos daremos cuenta que se refiere a almas de justos que estuvieron en la tierra; que ellos son los 144.000 que llevan en su frente el sello del Dios vivo, es decir, la cruz (cf. Ez 9, 4-6; Ver en Biblia de Jerusalén).

En la segunda lectura, Pablo nos dice que hay una meta mucho más elevada y hermosa para el hombre que sólo ser hijos de Dios, y esa meta es la de ser santos (cf. 1Jn 3, 1-3).

Tampoco pensemos que las alabanzas a los Santos sea algo que ellos estén necesitando de nosotros. Mucho menos se te ocurra el pensamiento de que lo necesita Dios. Muy equivocados si pensáramos de ese modo.

Decía San Bernardo (1):

“¿De qué sirven a los santos nuestras alabanzas, nuestra glorificación, esta misma solemnidad que celebramos? ¿De qué les sirven los honores terrenos, si reciben del Padre celestial los honores que les había prometido verazmente el Hijo? ¿De qué les sirven nuestros elogios? Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. Es que la veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un fuerte deseo.”

“El primer deseo que promueve o aumenta en nosotros el recuerdo de los santos es el de gozar de su compañía, tan deseable, y de llegar a ser conciudadanos y compañeros de los espíritus bienaventurados, de convivir con la asamblea de los patriarcas, con el grupo de los profetas, con el senado de los apóstoles, con el ejército incontable de los mártires, con la asociación de los confesores, con el coro de las vírgenes, para resumir, el de asociarnos y alegrarnos juntos en la comunión de todos los santos. Nos espera la Iglesia de los primogénitos, y nosotros permanecemos indiferentes; desean los santos nuestra compañía, y nosotros no hacemos caso; nos esperan los justos, y nosotros no prestamos atención.”

Fuente:

1] Documento en línea: San BERNARDO; Sermones: Buscar los bienes de arriba. Sermón 2: Opera omnia, edición cisterciense, 5 (1968), 364-368 (Liturgia de las Horas). https://www.deiverbum.org/11-01_solemnidad_todos-los-santos_homilias/

Para compartir:

1.- ¿Por qué la santidad y la relación con los Santos es tan necesaria para el cristiano?

2.- ¿Por qué el demonio trata de impedir que invoques la ayuda de los santos y que conozcas e imites sus vidas?

Elaborado por:

Pbro. Héctor Pernía, mfc

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