Jueves, II Semana. Tiempo Ordinario.
El Salmo Responsorial de hoy nos llama a tener presente los votos que hacemos a Dios. Dice el salmista: «Te debo, Dios mío, los votos que hice; los cumpliré con acción de gracias». (Sal 55, 13.)
Y en el Salmo 50, 15 nos dice el Señor: «Cumple tus votos al Altísimo, invócame el día de la angustia, Yo te libraré y tú me darás gloria»
¿Los recordamos y honramos?
Los votos que nuestros padres hicieron el día de nuestro santo Bautismo. ¿Cuántos, los que renuncian a dichos votos, y engañados por otros van y se cambian de bautismo como cambiarse de ropa?. ¿Dónde quedó el voto de alianza y pacto con Dios sellado desde nuestra niñez?
¿Los votos que hicimos cuando renovamos y ratificamos nuestra fidelidad a Dios el día que fuimos a recibir el Sacramento de la Confirmación?.
¿Los votos que prometimos el día de la primera Comunión de ir siempre a la Eucaristía y de alejarnos de cualquier forma de pecado que nos pretendiera apartar de la santa Comunión.?
¿Los votos que los religiosos y sacerdotes hicimos a Dios el día de nuestra profesión o de nuestra consagración al Ministerio Sacerdotal, de renunciar al mundo y a los bienes materiales, y de unirnos a Cristo y a su Iglesia, en fidelidad y amor, tal cual esposos.?
¿Los votos que hombres y mujeres unidos en santo matrimonio hicieron, ante Dios, ante la Iglesia y ante sus familiares y amigos, de darse en sacrificio el uno por el otro, y ambos para con Dios, tal como Cristo lo hizo por la humanidad entera?. Muchos como cieguitos de conocimiento andan creyendo que el matrimonio eclesiástico también queda disuelto cuando pagan a un abogado para que les arregle su divorcio civil. El primero no queda disuelto con el segundo.
Pregunta para compartir:
¿Por qué las personas necesitamos y nos hace tanto bien honrar y ser fieles a los votos que hacemos a Dios?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía mfc