Lecturas del día: Joel 4, 12–21; Sal 97, 1–2, 5–6, 11–12; Lc 11, 27–28.
Comentario:
El pasaje de Lc 11, 27 que trae hoy el santo Evangelio es muy empleado por numerosos protestantes para descargar desprecios hacia la Virgen María.
Leemos, que una mujer le hizo a Jesús una alabanza dirigida directamente a su madre: ¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron! y Jesús le dijo algo que a primera vista pareciera una corrección, una negación, un desprecio hacia su propia madre: Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.
¿Es acaso una declaración de desprecio?
¡De ningún modo! Todo lo contrario. Es una de las más hermosas exaltaciones que Cristo hace de su madre, y que la ubica en la perfección. Jesucristo admira a su Madre, más que por la carne, por su santidad; porque ella, como ninguno, acogió la Palabra de Dios y la puso en práctica. Jesús le enseña a aquella mujer, y a todos, que su Madre es modelo de todos los creyentes, es ejemplo a seguir, y que su Madre es dichosa, es feliz.
Decirle, dichosa más bien, no está negando que también sea dichosa por lo otro, por ser su madre carnal. Lo que está pidiendo es el énfasis donde está lo más importante y hermoso para un cristiano: la filiación espiritual, que se obtiene por la escucha y la puesta en práctica de la Palabra de Dios.
Una contundente evidencia de que María, la madre de Cristo, es hermosamente elevada en dignidad, gloria y majestad por Dios, es que en Ap 12, 17, se repiten las mismas palabras de Cristo para indicar que ella es la madre, no sólo Suya, sino, también, la madre de los verdaderos cristianos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. Veamos: el dragón se enfureció contra la mujer y se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, es decir, a los que observan los mandamientos de Dios y guardan las declaraciones (el testimonio) de Jesús.
Ella, la Virgen María, es una mujer sumamente dichosa, porque conoció y vivió a plenitud las enseñanzas de su propio Hijo; al punto que da testimonio, y evangeliza a todos diciendo: ”Hagan lo que él les diga” (Jn 2, 5), para que les suceda la misma alegría que a ella. Es por ello que se cumple, y se cumplirá en los labios de todo cristiano, las alabanzas que prodiga el Magnificat: _”y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz. El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre! (Lc 1, 48-49).
Como conclusión a lo dicho por Jesús sobre María en Lc 11, 27-28, podríamos tomar estas palabras de un gran amigo apologeta, Jesús Manuel Hurones: Quiere [Jesús] quitar la atención de la maternidad entendida sólo como un vínculo de la carne, para orientarla hacia aquel misterioso vínculo del espíritu, que se forma en la escucha y en la observancia de la palabra de Dios. (1)
Fuente:
(1) http://www.catolicosfirmesensufe.org/es-verdad-que-cristo-d…
Preguntas para compartir:
1) ¿Qué propósito tenía la respuesta que Cristo dio en Lc 11,27-28 acerca su madre?
2) ¿Qué otros argumentos pueden fundamentar el lugar especial que la Iglesia Católica le rinde a la Madre de Cristo?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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