*Lecturas del día:* 1Re 12, 26–32; 13, 33–34; Sal 106, 6–7, 19–22; Mc 8, 1–10.
*Comentario:*
Continúa hoy la Liturgia de la Palabra, dando abundancia de luces para ayudar a vencer las tinieblas que salen por la boca de quien vive viendo demonios en imágenes que representan a Jesucristo o a sus Siervos, y piensa que en ese saco entra todo lo que condena, justo, el Salmo Responsorial de hoy:
_»En Horeb se fabricaron un becerro, se postraron ante un metal fundido, y cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come heno. Olvidaban a Dios que les salvaba, al autor de cosas grandes en Egipto»_ *(Sal 106, 19-21)*
¡Que distinto a la Iglesia Católica! Israel, con los becerros de oro, se olvidaban del Dios que les liberó en Egipto. Los católicos, en cambio, durante la Semana Santa, en muchas procesiones, en muchos lugares sagrados, tenemos y llevamos una imagen de Cristo crucificado, para renovar siempre la memoria, y que no, se nos olvide nunca, que Jesucristo es nuestro Dios, el que nos salvó en la cruz.
*Una cosa son los ídolos, y otra, las imágenes cristianas.*
Los ídolos, son inventados por el hombre para apartar del Dios único, al pueblo; como hizo Jeroboam: _»Tomó consejo el rey, hizo dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Basta ya de subir a Jerusalén. Este es tu dios, Israel, el que te hizo subir de la tierra de Egipto. Colocó uno en Betel, y el pueblo fue con el otro hasta Dan»._ *(1Re 12, 28-30)*.
Léase bien. El rey declaró a todo Israel, señalando al becerro de oro: «ÉSTE ES TU DIOS». Allí está, claramente, en qué consiste la idolatría. Ahora vemos cuanta calumnia y mentira pregonan los grupos protestantes. ¿Existe acaso algún documento oficial de la Iglesia Católica en el que haya declarado así, del modo como actuó el rey Jeroboam, que la imagen de la Virgen de Guadalupe, de Fátima, de Lourdes, de cualquier otra advocación, o de algún santo: «¡ÉSTE ES NUESTRO DIOS!»? La respuesta es simple y categórica: ¡NO!.
De toda calumnia *(cf. Ef 4, 26; Stgo 3, 1-12)* con la que hagamos tropezar en la Fe y apartar de la Iglesia de Jesucristo a millones de almas, tendremos que dar cuenta ante Dios.
Solo decimos, de una imagen, que representa a Jesucristo: «¡ÉL ES JESUCRISTO, ÉL ES NUESTRO DIOS!» Y no porque se esté diciendo que Él está allí, en persona, sino porque, Aquél, a quien dicha imagen representa, es Dios verdadero. Ahora. Si Jesucristo no fuese Dios, ahí sí tendrían razón de acusar de idolatría a los católicos.
Debemos recordar que existen dos modos de estar presente algo o alguien: de modo real, o de modo simbólico. Y a lo simbólico le tratamos no de modo igual, pero sí de modo semejante que a lo real. Por ejemplo: una flor natural o una artificial, o, una fruta artificial y una natural. En ambos casos decimos, sea natural o simbólica: «¡ÉSTA ES UNA FLOR!», o, «¡ÉSTA ES UNA FRUTA!» Por ello, también, si una madre lleva a un niño en brazos, y viendo una imagen de Cristo en una CRUZ, pregunta: «¿QUIÉN ES ÉL?» Su madre le contesta: _»¡ÉL ES DIOS!. ¡ES JESUCRISTO, NUESTRO SALVADOR!»._ Se entiende que se le está diciendo de manera representativa. Y, ahora ¿de manera real? La madre lo lleva a la Eucaristía, y cuando el sacerdote levanta la Hostia consagrada, o cuando su madre le recibe en la comunión, si el niño le pregunta: «¡¿QUÉ ES ESO?!» Su madre le dirá: _»¡ÉL ES DIOS!. ES JESUCRISTO VIVO, ÉL MISMO EN PERSONA»_
¡Al pan, pan; y, al vino, vino! Así, con este proverbio, termino.
*Para compartir:*
1) _¿Por qué los hermanos protestantes, aunque tienen ojos, ven muy mal las imágenes cristianas?_
2) _¿Qué medicina les podría curar?_
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc.
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