Martes, IV Semana T. Ordinario
*Lecturas del día:* 2Sam 18, 9—19, 3; Sal 86, 1–6; Mc 5, 21–43.
*Comentario:*
Del santo evangelio de hoy, traeré para ustedes algunas notas útiles para la defensa de la fe, tomadas de San Beda, el Venerable[1], a las que iré añadiendo algunos comentarios personales:
_“Una mujer llena de fe toca al Señor, y la muchedumbre lo oprime, *(cf. Mc 5, 25-29)* porque el que se ve abrumado por las diversas herejías o por las costumbres perversas, es venerado solamente por la fiel Iglesia católica”_
Y es porque el Señor sostiene en la esperanza a quien protege la fe de sus hermanos.
_«… la mujer se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad.» *(cf. Mc 5, 33-34)* He aquí a lo que la pregunta del Señor tendía, a que confesase la mujer su larga infidelidad, su repentina fe y su cura, con lo que ella misma se confirmaba en la fe y daba ejemplo a los demás. «Él entonces le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz, y queda libre de tu mal». No dijo, pues, tu fe te salvará, sino te ha salvado, que es como si dijese: desde que creíste fuiste curada.”_
Ocurre algo semejante en el Sacramento de la Confesión. Hay personas que salen del Sacramento pensando o con la esperanza de que Dios les va a perdonar. También a ellas hay que decirles. El sacerdote en nombre de Cristo nunca te dijo, _“Yo te absolveré de tus pecados…”_ ¡No…! Lo que les dijo fue muy distinto: _“¡Yo te absuelvo!”_ en presente. Y por ello les dice, también: _“¡Vete en paz! Ya todos tus pecados te fueron perdonados”_ Les está declarando libre de pecados, porque su misma confesión, su mismo arrepentimiento, el haber entregado su pecado con fe, las ha curado, las ha sanado para siempre, porque ya han sido desatadas y liberadas de todos los pecados que traían.
_«Tu hija ha muerto…»_ *(Mc 5, 35)* Estaba muerta para los hombres que no podían volver a la vida, y estaba dormida para Dios, a cuya disposición estaba su espíritu, que vivía en su seno, y su cuerpo que descansaba esperando la resurrección. De aquí viene la costumbre de los cristianos de llamar dormidos a los muertos, de cuya resurrección no se duda *(cf. 1Tes 4).”_ Mientras los protestantes andan diciendo que los muertos no oyen, aquí vemos un caso donde Jesús le habla a una niña difunta, ella oye, y se levanta, porque apenas estaba dormida.
*Fuente:*
[1] Beda, in Marcum, 2,22
*Para compartir:*
1) _¿Por qué hay personas, que luego de confesarse, dudan de que sus pecados le fueron perdonados?_
2) _¿Cuál de las enseñanzas del tema de hoy te llamó más la atención.? ¿Por qué?_
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc.
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