*Lecturas del día:* Ex 32,7-11.13-14; Sal 50,3-4.12-13.17.19; 1Tm 1,12-17; Lc 15,1-32.
*Comentario:*
Tal parece, que cuando estamos predispuestos, hasta la vista y el pensamiento nos pueden hacer ver las cosas de modo alterado y, creyendo que vemos con plenitud de claridad la realidad, no hacemos otra cosa que falsearla, mientras nos ocupamos en sacar o inventar pretextos que justifiquen nuestros propios errores. Esto ocurre entre muchos hermanos no católicos cuando leen algún pasaje de la Biblia; por ejemplo, para atacar las imágenes cristianas o a los Santos.
Ellos dicen que sólo hay que ir a Jesucristo, que los Santos no hacen falta. Sin embargo, en la segunda lectura, Pablo se presenta como modelo a imitar. Él, el primero entre los pecadores, en quien contemplamos la paciencia tan grande que tiene Cristo con cada uno de nosotros, que perdona nuestras miserias y nos da la vida eterna *(cf 1Tim 1, 16)*
Así, mientras la misericordia y la paciencia de Dios para con el hombre y con su pueblo elegido, recorre el conjunto de las lecturas bíblicas de hoy, cuando la mayoría de los adversos a la Iglesia Católica interpretan el pasaje del capítulo 32 del libro del Éxodo, el prejuicio les da vista para alcanzar a mirar sólo el tropiezo o caída del pueblo de Israel convirtiendo en dios un becerro de oro.
El que está dominado por un prejuicio habla sólo lo que le conviene y oculta o evade, o, simplemente, no ve lo que le contradice. Eso les pasa a los hermanos protestantes en ese texto de las Sagradas Escrituras, que al no acercarse en busca de la Verdad, sino con el objeto de marcar distancia con la Iglesia Católica, no se dan cuenta, o evitan decir, que el marco y fin temático de ese pasaje es el de mostrarnos el corazón compasivo de Dios, que es capaz de perdonar las culpas de su pueblo elegido, y que, habiendo causales como para romper su Alianza con Israel, sin embargo, la mantiene, la confirma, y la perpetúa cuando, llegada la plenitud de los tiempos, toma a su propia Iglesia, la Nueva Israel, la Jerusalén venida del cielo *(cf. Ap 21,2.9)* por Esposa Suya *(cf. Ef 5,24-26; Ap 19,7; 21,9)*
¿Pensarán que Dios es impaciente como ellos, que por un error de un católico, rompen su comunión con la Iglesia y se van a la primera denominación que se les cruce por el camino? ¿Creerán que Dios es infiel a su Esposa, como ellos lo fueron a su Iglesia madre?
*Preguntas para compartir:*
1) _¿Qué hace pensar a algunos que Dios sea rencoroso e infiel como nosotros los hombres?_
2) _¿Por qué nos cuesta tanto ver las flaquezas y caídas del hombre desde los ojos de Dios?_
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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