*Lecturas del día:* Col 1, 9-14; Sal 97,2-3ab.3cd-4.5-6; Lc 5, 1-11.
*Comentario:*
En dos direcciones encuentro hoy la formación apologética que nos brinda la Liturgia de la Palabra: el complemento que hace que sea de Dios el adquirir el dominio de la sana doctrina en la fe, y el perfil que acompaña a un verdadero pastor.
Respecto a lo primero, los elementos los podemos recoger de entre las recomendaciones que Pablo le hace a la comunidad cristiana de Colosas: para adquirir el pleno conocimiento de Dios, y de su voluntad, debemos llevar una vida digna del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda obra buena, y confortarnos con la gloria de la cruz, mediante la constancia en el sufrimiento y la paciencia, dándonos con alegría a los demás *(cf. Col 1,10-11)*
En atención a lo segundo, recojamos en el testimonio que nos ofrece hoy el santo Evangelio a través el apóstol Pedro.
El verdadero y buen pastor es humilde. Pedro, siendo él un pescador de años de experiencia, acepta con humildad la recomendación que le hace un Carpintero, de lanzar la red donde le dijera. Se reconoce humano y limitado, y actúa con fe. Dice al Señor: «En tu nombre echaré las redes». Se dispone a lanzar las redes, no guiándose de su propia experiencia, sino del poder y la gracia de Jesucristo.
Pedro nos da una lección de humildad, también, al reconocerse pecador. Dijo al Señor: _»Apártate de mí, Señor, porque soy un hombre pecador»_ *(Lc 5, 8)* Son verdaderos pastores los que, como Pedro, se reconocen pecadores y confiesan sus pecados ante Cristo, a través de otro sacerdote, porque al reconocerlos como venidos de Cristo, está confesando a Cristo que les dio tal facultad y poder *(cf. Jn 4,51)*.
*Preguntas para compartir:*
1) _¿Por qué la humildad y la caridad distinguen a un verdadero cristiano?_
2) _¿Por qué es tan importante el testimonio para el ejercicio de la apologética?_
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc