Apologética en la Liturgia de la Palabra
Miércoles, XII Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas del día: Gn 15, 1–12. 17-18; Sal 104, 1–4. 6–9; Mt 7, 15–20
Comentario:
«Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mt 7, 15).
Hace tiempo, mientras iba en la carretera vi un aviso publicitario frente a una casa que decía: ¡AQUÍ HAY MILAGROS!
Hay que reconocer la astucia que tienen algunas sectas para llamar la atención y atraer nuevos seguidores. No pocos, por la fragilidad de su fe, la desesperación de sus necesidades, impresionados por los supuestos “milagros” y prodigios que ven en esos lugares, seducidos por la sublimidad de sus canciones que le hablan de Cristo, y las muchas veces que repiten ‘¡Señor, Señor!’ salen de ahí diciendo: “Esta sí es la verdadera Iglesia del Señor. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!», y se separan de la Iglesia Católica en cosa de pocos días.
De los falsos pastores y las sectas, nos dice el Señor en el Santo Evangelio de hoy: “…por sus frutos los reconoceréis…” (Mt 7, 20).
¿Y cuáles serán esos frutos?
Es urgente preparar al pueblo de Dios de manera que no se deje atrapar por prodigios y “milagros” seductores que satisfacen sus necesidades más apremiantes e inmediatas: trabajo, alimentación, salud, afecto, dinero, bienestar, entre otros. Deben saber que esos pueden ser frutos envenenados, aunque al paladar tengan un sabor muy exquisito (cf. 2Ts 2, 9). Necesitan estar al tanto de que tales dádivas no son frutos que demuestran que tales dirigentes sean pastores de Cristo. Las señales y frutos van por otro camino: son la unidad, la humildad y la comunión con su única Iglesia; es la obediencia de esos dirigentes a las autoridades de esa única Iglesia, tal como dice en Hb 13, 7-9:
“Acordaos de vuestros guías, que os anunciaron la palabra de Dios y, considerando el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos. No os dejéis seducir por doctrinas diversas y extrañas. Mejor es fortalecer el corazón con la gracia que con alimentos que nada aprovecharon a los que siguieron ese camino”.
Un episodio que ilumina de modo resplandeciente los frutos de un buen árbol, es el testimonio de humildad, de obediencia y transparencia que San Pablo nos transmite en Ga 2, 1-9, cuando va a Jerusalén a entrevistarse con las autoridades de la Iglesia para que le examinen en la sana doctrina y le acrediten como ministro de la Iglesia de Cristo entre los gentiles. Sin hacer esto, de nada habrían servido todos los milagros y prodigios que hizo o que hubiera hecho de allí en adelante. También se aprecian esos frutos en el capítulo quince de Hechos de los Apóstoles. Pablo, Bernabé, y los cristianos de Antioquía, no se dejaron dominar por sus interpretaciones personales de la Sagrada Escritura; sino que reconocieron que debían actuar en obediencia y comunión con la Cabeza de la Iglesia.
Para compartir:
1.- ¿Qué misión tienen los ministros y agentes pastorales de una Parroquia ante el proselitismo y la multiplicación de las sectas?
2.- ¿Qué aporte y compromiso realizas en tu comunidad para lograr que disminuyan las sectas y crezca la unidad del rebaño de Cristo?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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