Apologética en la Liturgia de la Palabra
Martes Santo
Lecturas del día: Is 49, 1–6; Sal 70, 1–6. 15. 17; Jn 13, 21–33. 36–38.
Comentario:
En la Eucaristía de hoy, los textos de la Palabra de Dios (Jn 13, 21-33. 36-38) nos ofrecen una enseñanza que nos puede servir de gran manera para estos días consagrados a Él y que desde la Apologética podemos profundizar.
En muchas ocasiones, los líderes y predicadores de las sectas suelen arrasar en críticas hacia los pecados de los miembros de la Iglesia Católica, así como muchos católicos también toman las fallas de la Jerarquía o de las personas que van a la Iglesia para juzgarlos y vivir alejados de Dios. Sin embargo, contrario a lo que predican o hacen, Jesús señala que la Fidelidad a Él por las solas fuerzas humanas es imposible. Que la Fidelidad es una gracia y que Él ofrece constantemente a quienes vuelven a su Misericordia. De tal manera que nadie puede presumir una Fidelidad absoluta, sino que es necesario suplicarla y recibirla cada día.
Con esto, no estamos indicando que se haya de callar ante los graves pecados que los Ministros pudieran cometer, pero tampoco declaramos que estos actos sean válidos para dejar la Iglesia o fundar sectas.
De hecho, ninguno de los supuestos «Reformadores» hicieron una verdadera conversión en sus comunidades, sino que sólo las estructuraron de acuerdo a su ideología mas no según el Proyecto de Dios. Los verdaderos Transformadores de la Iglesia son y han sido los Santos, quienes siempre se han reconocido pecadores y viviendo en constante conversión, no han hecho una Iglesia a su manera, sino que han aprovechado infinitamente los Tesoros de la Gracia en ella depositados.
Por lo tanto, aceptemos que, si Jesús admitió a sus Apóstoles y Discípulos tras su Muerte y Resurrección, así también espera y busca la Conversión Personal de cada uno, así como la Conversión Pastoral y Eclesial de nuestras Comunidades.
Para compartir:
1.- ¿Pides constantemente el Don de la Fidelidad y de la Conversión?
2.- ¿Has reconocido tus fallas y ayudado a otros a levantarse?
Elaborado por:
P. Christopher Cortés, mfc