Miércoles, VI Semana del T. Ordinario
*Lecturas del día:* Gén 8, 6–13, 20–22; Sal 116, 12–13, 14–15, 18–19; Mar 8, 22–26.
*Comentario:*
He dado el título a esta publicación para expresar mi convicción de que muchos volverían al seno de la Iglesia Católica y desaparecerían muchas sectas, si ante el pecado y los tropiezos de los demás, y muy especialmente de los Ministros de la Iglesia Católica, imitáramos la misericordia y la fidelidad de Dios.
«Cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte […] Reiteraste, además, tu alianza a los hombres (Plegaria eucarística IV: Misal Romano).» (Catecismo de la Iglesia Católica, 55).
¿Acaso en tiempos de Noé Dios renunció o se apartó del hombre porque con su perversión invadió con el mal a toda la tierra? En la primera lectura de la Liturgia de hoy (Gén 8, 6-13, 20-22) vemos a Dios renovando en plenitud su confianza en el hombre, otorgándole nuevamente autoridad sobre toda la creación, aún cuando sabe que hay en él desde su misma infancia, una inclinación hacia el mal (v. 21). ¿Acaso rompió Dios la alianza con su pueblo Israel cuando en el desierto le fue infiel adorando el becerro de oro? Por la súplica compasiva de Moisés Dios se arrepintió de exterminarlo y mantuvo su comunión con él (cf. Ex 32, 9-14).
Entonces, ¿por qué tantas personas no logran ser capaces de soportar un escándalo, una equivocación, un antitestimonio de algún sacerdote, por qué de una vez lo toman de argumento o pretexto para romper con la Única Iglesia que Cristo fundó y de una vez se cambian a una secta por alguna ayuda que les dan o se declaran ateas para siempre? ¿Será Dios el que se equivoca siendo fiel a su Iglesia y ellos los perfectos yéndose de ella? ¿Tan justos e intachables son como para justificar tal conducta?
*¡Somos tan frágiles…!*
Si los seres humanos nos dejáramos cundir, aunque sea un poco del corazón paciente y compasivo de Dios, muchos rectificarían su equivocada decisión de promover cismas, divisiones, por heridas o decepciones humanas. Dirían como el publicano en el templo: «¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!» (Lc 18, 13)
*Para compartir:*
¿Aplicaría relacionar el relato de la mujer adúltera (Jn 8,1-11) a la actitud de justificar irse de la Iglesia Católica por algún pecado de sus dirigentes?
¿Qué gestos tuvo Dios hacia la perversión del hombre en tiempos de Noé? ¿Qué debemos aprender de ello?
*Elaborado por:*
Héctor Pernía, mfc
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